Sin bienestar no hay verdadera victoria

Son muchos los atletas de élite que han compartido y visibilizado sus propias situaciones y problemas de salud mental ante la exigencia de un deporte que pone al 100 % todas sus capacidades físicas y emocionales. 

“Nunca hubiera pensado que enfermaría mentalmente por un deporte que amaba tanto”.

Te Kura Ngata-Aerengamate, jugadora de rugby neozelandesa.

“Para mí en aquel momento, las expectativas eran muchas más que el nivel en el que estaba en ese momento. La presión me pudo, la ansiedad me superaba”.

Paula Badosa, tenista número 8 del ránking mundial.

«Continúo yendo a terapia porque necesito arreglarme conmigo mismo. Con el tiempo, la vida te enseña que la depresión y las enfermedades mentales pueden afectar a cualquiera».

Andrés Iniesta , jugador de fútbol español, Campeón Mundial 2010.

“Podía poner una cara feliz en público, pero tras las puertas, estaba teniendo crisis de las que nadie sabía”,

Michel Phelps, nadador olímpico. 

El deporte como práctica cotidiana de ejercicio, sin duda es uno de los mejores aliados de la salud mental, sin embargo, llevado a niveles extremos -y sin el adecuado desarrollo socioemocional -, puede convertirse a su vez en el mayor rival de la salud mental. 

Cuando acabas tensando el músculo sin capacitarlo y entrenarlo se rompe, igual la psique.

El entrenamiento esencial: la salud mental

La importancia de la salud mental es uno de los temas de más actualidad en nuestra generación. Y no lo es menos en un contexto en el que se vive en un continuo nivel de alta exigencia; donde el estrés, la presión, la concentración y las expectativas son el pan de cada día.

Los deportistas interiorizan desde el primer entrenamiento que deben trabajar duro para llegar, ganar, alcanzar la meta, el récord. A su vez, es importante diferenciar virtudes como la perseverancia, el trabajo, la resiliencia o la superación frente a otro tipo de exigencias utópicas, pensamientos tóxicos y actitudes viciadas que ponen en peligro la salud mental y emocional; y por tanto el propio rendimiento deportivo.

Salud mental deportiva no es simplemente tener una alta resistencia emocional ante las situaciones de estrés.  Es un enfoque holístico: herramientas, mecanismos interiores y hábitos mentales, sociales y emocionales capaces de equilibrar las diferentes dimensiones de la persona; permitiendo rendir mejor en la competición y sobre todo generando un bienestar integral. 

Los problemas más generalizados

“Escuchamos mucho sobre la depresión post olímpica, pero no he visto ninguna investigación sobre salud mental antes de los Juegos Olímpicos”, comenta  Zoe Poucher en su investigación en la que explora la prevalencia de síntomas de trastornos mentales comunes entre los atletas canadienses de élite a raíz de la retirada por razones de salud mental de la gimnasta olímpica Simone Biles.

Según este estudio realizado en la Universidad de Toronto, la depresión, ansiedad y el trastorno alimenticio son los problemas más generalizados en los deportistas, siendo la depresión el más significativo. 

Con situaciones como la depresión se hace imprescindible dar la importancia y el espacio necesarios a estas cuestiones de salud mental en la trayectoria deportiva, desde el entrenamiento, las competiciones hasta la retirada del atleta. 

Enfrentarse a este tipo de realidades de por sí no capacita el saber gestionarlas.  

Jóvenes cuidados, deportistas logrados

¿Por qué no trabajar y desarrollar programas de prevención y capacitación ? ¿Se ha de llegar al límite del rendimiento para concienciarse que la gestión emocional y la salud mental son esenciales? ¿Por qué no trabajar con la cantera, los niños que empiezan a entrenar, los clubes deportivos ? 

Trabajar y cuidar la dimensión psíquica y emocional desde el inicio: el autoconocimiento, las estrategias mentales, los mecanismos de concentración, la gestión del estrés, la autoestima, la empatía, el apoyo mutuo, etc. logrará que a largo plazo los jóvenes sean deportistas capaces de alcanzar el más alto nivel de forma sana, disfrutando y sin romperse psíquicamente. 

Ningún éxito deportivo puede compensar el enorme sacrificio del propio bienestar y felicidad personal.